Las luces, el asfalto, las tiendas, la ciudad que se despereza entre las montañas, con luces que rechinan a lo lejos, suben y bajan. Eso es Quito, en su enormidad, extendida como una manta que desde el cielo parece que vas a tocar. El avión retumba, salta, y de repente aterriza entre edificios, ventanas, casas, casitas, taxis, persona, persona, persona.
Una semana por delante en esta ciudad, desconocida, que aún me parece escondida en sí misma. Y no la entiendo bien, ni la ubico, ni casi la coloco en el mapa. En esta parte del mundo he perdido mi sentido de la orientación y ni siquiera soy capaz de seguir el sol.
El vicio me consume cuando llego aquí. He comprado 12 DVDs, piratas, maravillosamente nítidos y de calidad magnífica. Las leyes para la proteccción de los derechos de autor es aquí tan laxa que permite encontrar entre millones de películas tesoros esondidos como Las hurdes, de Buñuel, o un Fellini completo por 2 dólares. Y los libros, ese reducto que a veces se olvida en el calor y la lluvia de LA. Recuperar el olor de los libros, el perderse entre los pasillos, rebuscar entre lo títulos. Una delicia que me descubre la capacidad de consumo que tengo...
Lo mejor, es este cuarto maravilloso en el hostal de Don Luis, que te trae el desayuno a la habitación, y que tiene tele por cable, vistas a la ciudad, cama gigante y el agradable frescor del tiempo quiteño.
Y después de varios día, ya viene Javi, que se ha pasado el tiempo volando y ya llega. MMmmmmmm. A redescubrir las calles, los espacios, los sonidos. Empezaremos por Quito con ciertos lujos, para que no sea tan grande el contraste con la polvorienta ciudad del oriente.
Nueva semana, cuantas emociones nuevas.
Papuchi dice: Veo que te agobias cuando estás en una ciudad. Bueno ya tienes a tu Javi por alli que te recordará que existe un Móstoles, Alcocrcón y el Gran Madrid.
ResponderEliminarMe ha preguntado Amado que quien es Olivia. Es que está en trando en tu Blog y como aparece Publicado por Olivia, me decía que si los articulos los escribias tú.