sábado, 25 de julio de 2009

San Santiago, sol y el cumpleaños.


El día se ha despertado caluroso, brillante, iluminado por una luz naranja que a veces se ausenta de las calles de LA. Cuando alguien pensó en una lluvia pertinaz debió pasar por esta ciudad, que se inunda y desaloja a cada rato, rebosa, se expande y contrae entre obras y palmeras.
Además, hoy tenemos un nuevo San Santiago, que a mi no me gusta por matamoros, sino por festivo y recordatorio. Felicidades a todos, para Chantiiiii, claro, que elimina las connotaciones dañinas del santo patrio y lo convierte es un adorable friki!!!!!
Hoy luce el sol, pero en cualquier momento las nubes que se ven al fondon comenzarán a tragarselo y descargarán el chorreo acuoso de litros y litros. Mientras, mucha gente carece de agua segura, porque este raudal de riqueza se pierde en los vericuetos de las canalizaciones, la falta de infraetsructura, y, simplemente, la naturaleza.
Esta semana ha sido intensa, pero la próxima lo va a ser aún más. Javi va a Quito, a eso que se llama hacer contactos, que el gusanillo escritor revolotea entre sus manos y necesita ponerse a la tarea. Lo bueno, es que su mente no deja nunca de trabajar, y con su constancia diaria ya conoce a la perfección quién es quién, de qué bandera es cada periódico, político, y por dónde va el rumbo noticioso de este país poliédrico en el que la realidad va por una parte y los periodistas por otra.
Yo, mientras tanto, me voy toda la semana de misión, pero afortunadamente no a cristianizar. A veces uno se siente un poco como esos pioneros, como un Kurtz abriendo rios explorados por tantos otros pero que a tus ojos es indómito y puro. Colonizas la tierra con tus botas de caucho sin experiencia, y te crees un descubridor de sabiduría aunque en realidad estés perdido entre el mundo cotidiano de aquéllos a los que visitas.
Va a ser muy interesante, porque toda una semana da para hablar con mucha gente, para escucharles, para que se rían contigo cuando el tiempo permite la calma de conversar. Y así descubres sus inquietudes, su mirada curiosa que se pregunta si España queda en Ecuador o en Colombia, o si el rey lleva corona y vive en un castillo.
En esos momentos, donde te ries con ellos, descubres también cuán distinto es su mundo. Y del mismo modo que los descubro ellos me descubren a mí, y montan y desmontan construcciones ideales sobre quién soy y cómo es aquella Atlántida de la que debo provenir.
No penseis, no obstante, que la pobreza anula la riqueza de las gentes, que son creativas, con inquietudes, que aspiran a mejorar para ellos y para quienes les rodean. Luchan, se adaptan, se moldean igual que ese río que traslada la frontera erosionando las dinámicas políticas.
La semana va a ser peculiar, sin duda, e intentaré que, a pesar de que la técnica nos va a aislar de internet (imaginadlo, una semana completa sin internet, y con teléfono de vez en cuando...), procuraré escribir, para que no se borren las sensaciones de esos atardeceres mágicos en el río Putumayo.
Hoy tendremos celebración, que mañana es el cumple de Pili, y gracias a este trabajo, interesante e intenso, va a tener que celebrarlo on the road. Así que hoy procuraremos que la noche lagoagriense sea poco agria y endulzada por jamón serrano made in Ecuador.
Os dedico besos, sol y el proyecto de arepas que voy a probar a hacer. Por si el retorno a la patria me lleva por los vericuetos caminos de buscar alguna ocupación paralela como la de la concina!!!!


domingo, 19 de julio de 2009

De misiones, donantes y chuchaqui

Hace más de una semana que no escribo, y casi he perdido el sentido del ritmo. Esto de contar historias es una gimnasia, un deporte mental para el que uno debe ponerse en forma, practicar, y cuidar la alimentación. Pero hoy tengo chuchaqui, resaca para los profanos, y no sé si después de dos semanas out voy a ser capaz de recontar lo que me rodea.

La semana quiteña pasó, interesante, aprendiendo, y dándome cuenta de que prefiero estar en esta oficina de la ciudad tránsito, donde la vida es más real que la que se respira en las paredes de los despachos de la urbe. Aquí se inhala, se siente, se huele incluso el paso de los días. Y, aunque uno añora los cines, las librerías, el pasear por calles adoquinadas y mirando al cielo increible, poco a poco vas encontrando tu hueco en el espacio.

Descubrir la ciudad con Javi la ha reconfigurado, le ha dado un nuevo sentido, el de desandar las calles respirando de nuevo el espacio. Poder compartir las impresiones, los sonidos, ese olor constante de comida, gasolina, y la presión que sientes por el mal de altura, parecen nuevas si alguien te devuelve la mirada.

Y, después de la ciudad, incluido el shushi y el vino a 42 dólares la botella, llegó Lago. El aterrizar en esta ciudad a medio camino de todo quedó eclipsado por la espectación despertada por las Kandela y Son, grupo de neumáticas exultantes que acapararon las fotos a la llegada. Ese pequeño aeropuerto, caluroso, que te abraza cuando sales de la apacible frescura del interior del avión, bullía de mariposeantes aduladores que querían llevarse el recuerdo con las exitosas del momento contratadas para animar las fiestas del Coca. Ése militar con su subfusil acorralado por el latex y los tacones es un recuerdo inolvidable para las viñetas lagueñas.

Si cuando estaba en Bruselas pensaba que no era posible superar la surrealidad de los belgas, aquí he descubierto que los caminos del absurdo son inescrutables. Y ahí estábamos, nosotros incautos esperando la maleta para llevar al recién llegado al hogar nuevo, la vida nueva, para resolver la incertidumbre de comohevenidoapararaesteladodelmundo... Creo que al menos Javi aún no decidirá irse, y seguro que lo podemos mejorar.

Mi semana ha sido algo extraña. En mi condición de relaciones externas, debo atender las misiones de visitantes, donantes y adláteres de este mundo complejo y serpenteante de la recaudación de fondos. Y hete ahí que debes llevar a quien visita con ojos turísticos a conocer a eso que a veces te parece califican de especie humana llamada "beneficiarios". Sí, esos señores para los que hacemos los proyectos y que fundamentan nuestra razón de ser. Es extraño, en cualquier caso, las visitas en las que muestras los depósitos de agua, letrinas y demás bondades de la ayuda humanitaria, como si de pantaneras inauguraciones habláramos. Y ello, claro, portando el equipo de camarógrafo, porque la realidad hay que mostrarla, pero qué extraño es captar el zoo humano sin herir el raciocinio sentimental.

En cualquier caso, la belleza de las personas, que tantas veces es externa pero también brota desde su interior, aparece entre esa tierra rojiza, flanqueada de ríos y de inconstancia, donde el horizonte es igual de verde pero no es igual, porque al otro lado del rio la vida es aquéllo a lo que no se quiere volver.

Y, en ese momento, vuelves a descubrir que, a pesar de todo, es necesaria la cartografía turística para que podamos seguir trabajando, y habrá más, más viajantes del necesitado, que habrá que llevar a demostrar por qué debemos seguir luchando. Entre tanto, estas misiones a las comunidades te permiten, además, sentir el ritmo de la selva, sus sonidos, sus plantas inexplicables y los insectos gigantes, los vericuetos caminos entre los que descubres obras de ingeniería imposible, por donde suben y bajan hombres-hormiga que cargan su peso desafiando el terreno.

Además, allí llevo mis botas de caucho, ese maravilloso invento con el que remedar a la Calzaslargas entre el fango y los charcos, mala costumbre cuando las coloradillas, inmundo animalejos que te pican por doquier, salvan los obstáculos del pantalón vaquero y anidan calientes entre tus calcetines.

Callandito y casi sin darme cuenta casi, llegamos al viernes, por fin viernes, y preparamos una pizza casera. Ese inenarrable invento que es la harina tiene el poder de convertirse en un fantástico deleite alimentario con el uso de las manos. Y, aunque es más rápido, práctico, y a veces barato comprarlas hechas (que sí, que aquí tb hay pizza, aunque demasiadas veces abusan de la piña), lo divertido que es experimentar con la cocina no me lo quita nadie.

El sábado fue: lluvia,lluvia,lluvia,lluvia,sobredosis de bachata y regetón. Sí, porque de un día en el que diluvia apenas se sacan fuerzas para hacer demasiadas actividades. Un par de huevos fritos, con sabor a casa, le dan a la tarde color de siesta. Y con eso de que a las 7 es de noche, uno rápidamente o se va a la calle o se amodorra para que sea ya domingo.

A la sobredosis iba: ayer fiesta, en ca' Cianferoni pero sin él, que aún está de vacaciones. La cosa empezó delicada, tranquila, pero con tres javas de cerveza (léase, 24 litros) y un cd remix de salsa y éxitos de ayer y hoy con crierio aleatorio (de Mago de Oz a Bonnie M, pasando por el Lamento Boliviano...), aquéllo se animó. Y acabamos todos de nuevo en ese icono de la brillantina que es la Milenium, discoteke sin parangón donde espantar cualquier vergüenza a las dotes de baile. A mi Javi, que tb es mi santo con el de aquélla, le tuvimos hasta que cerraron rodeado de parejiles bailantes de saasa, regetón y la conocida urbi et orbi Macarena. En ese momento mis pies se negaron a reaccionar, que una después de tres sevillanos años, no puede caer en ese jolgorio trasnochado. Pero ay, que allí todo el mundo lo bailaba, y yo patidifusa ante el éxito sin igual de esos señores que con la Maca se han forrado.

Así casi acabamos, que dieron el cierre a la noche, y sabiamente decidimos retirarnos con Pili (mi compi) y Estefanía (la vecina), mientras los golfos de mis compañeros decidieron irse a la calle 8, el botellón local que no tiene puertas para cerrar a ninguna hora...

Hoy, de nuevo, domingo de chuchaqui, la sofisticada palabra que encierra el dolor de cabeza y las ganas de echar la siesta. Habrá que reponer fuerzas para otra semana, que se avecina agitada e intensa.





lunes, 6 de julio de 2009

De reuniones y taxis

Qué difícil y cansado es ese maravilloso mundo de las reuniones. Dícese de aquella conjunción de factores, personas y discursos por las que habitualmente un bla,bla,bla se mezclña y agita con un bluff, y un tralarí y desemboca en océanos de uyuyuyuyuyuyu. Resultado: nervios nerviosos e infinidad de palabras, palabras, palabras. Es cansado y para iracundos como la que suscribe, algo frustrante. Hay un momento en que notas como sube por la garganta un especie de grito contenido que estrangulas para convertirlo en un alza la mano y procura hablar porquesinolodigorreviento.
Hoy he tenido una buena dosis de todo esto, y un resultado cansado, muy cansado, que me tiene aún a estas horas escribiendo para descargar.
Lo peor, que el viernes tengo otra reunión, a las 9 de la mañana, y a mi pobre Javi le voy a tener que dejar plácidamente dormido mientras yo recorro la ciudad de las cuestas inmensas y los embragues quemados (NOTA: para intrépidos que deseen conducir algun vez en su vida por esta ciudad, acostumbrense a un pie de hierro que sea capaz de salvar el obstáculo indescriptible de esos sémaforos en medio de cuestas sin fin. Los taxistas, como suele ocurrir, configuran un desafío a la gravedad constante.)
Mañana curso, que también, para rematar la jugada, he tenido el encuentro en la tercera fase y después un taller de tres horas. Interesante, sin duda, pero agotador para mis neuronas adormecidas y sin práctica. Además, qué tan raro es estar aquí, entre polución y encorbatados. Echo de menos la bachata de LA...
En cualquier caso, no voy a quejarme, que al final es lo que me pide el cuerpo: cuanto más, mejor. Seré agonías? Yo que debía haberme dedicado al contemplativo mundo de cultivar mis neuronas...

domingo, 5 de julio de 2009

En la suite de don Luis...

Las luces, el asfalto, las tiendas, la ciudad que se despereza entre las montañas, con luces que rechinan a lo lejos, suben y bajan. Eso es Quito, en su enormidad, extendida como una manta que desde el cielo parece que vas a tocar. El avión retumba, salta, y de repente aterriza entre edificios, ventanas, casas, casitas, taxis, persona, persona, persona.
Una semana por delante en esta ciudad, desconocida, que aún me parece escondida en sí misma. Y no la entiendo bien, ni la ubico, ni casi la coloco en el mapa. En esta parte del mundo he perdido mi sentido de la orientación y ni siquiera soy capaz de seguir el sol.
El vicio me consume cuando llego aquí. He comprado 12 DVDs, piratas, maravillosamente nítidos y de calidad magnífica. Las leyes para la proteccción de los derechos de autor es aquí tan laxa que permite encontrar entre millones de películas tesoros esondidos como Las hurdes, de Buñuel, o un Fellini completo por 2 dólares. Y los libros, ese reducto que a veces se olvida en el calor y la lluvia de LA. Recuperar el olor de los libros, el perderse entre los pasillos, rebuscar entre lo títulos. Una delicia que me descubre la capacidad de consumo que tengo...
Lo mejor, es este cuarto maravilloso en el hostal de Don Luis, que te trae el desayuno a la habitación, y que tiene tele por cable, vistas a la ciudad, cama gigante y el agradable frescor del tiempo quiteño.
Y después de varios día, ya viene Javi, que se ha pasado el tiempo volando y ya llega. MMmmmmmm. A redescubrir las calles, los espacios, los sonidos. Empezaremos por Quito con ciertos lujos, para que no sea tan grande el contraste con la polvorienta ciudad del oriente.
Nueva semana, cuantas emociones nuevas.